La salud y la imagen son términos ligados indis­cutiblemente. El aspecto de nuestro rostro, las características de nuestra piel, e incluso, nuestro estado anímico, reflejan de forma inequívoca nuestra salud.

Cuando estamos enfermos o no nos encontramos en plenas condiciones, la piel puede variar su color, los ojos se proyectan decaídos, y nuestra piel puede llegar a perder facultades como la tersura.

Es por ello que la mejor forma de mantener una imagen inmejorable es,  llevar una vida saludable.

Para ello, nada mejor que mantener una dieta equilibrada y una serie de buenos hábitos que te detallamos a continuación.

Si quieres cuidar de tu imagen y estás pensando en prepararte para ser una profesional de la pasarela, no olvides uno de los requisitos para ser modelo: una vida saludable.

Te dejamos algunas recomendaciones.

¡Empezamos!

Nutrición y pirámide alimenticia

La nutrición, técnicamente, se entiende como el conjunto de procesos median­te los que el organismo extrae y absorbe una serie de sus­tancias que recibe mediante la alimentación.

El objetivo de la alimentación, y por tanto, de la nutrición, es obtener energía.

La nutrición es un acto involuntario realizado por el organismo humano, aunque depende de la alimentación para mantener una buena salud e imagen.

Para conseguir una buena alimentación existen ciertos campos especializados, como la dietética, una ciencia que utiliza los ali­mentos de forma adecuada, proponiendo una alimentación variada y equilibrada dependiendo de las características personales.

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Estas características pueden variar en función de la edad, la altura o el sexo del individuo, ya que de estos factores depende la cantidad de nutrientes que requiere un organismo.

De este modo, y de forma general, se establece que para un hombre adulto, es decir, mayor de 18 años, y con un peso de 65 kilos, sólo se nece­sitan 3.000 calorías al día. En el caso de una mujer adulta de 55 kilos, el promedio de calorías diarias alcanza las 2.200.

En base a estas premisas se establece lo que se conoce como pirámide alimenticia, un instrumento que pretende fraccionar, en mayor o menor medida, los alimentos reco­mendados y la cantidad que se ha de ingerir de cada uno de ellos.

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Basándose en alimentos básicos, la pirámide ali­menticia consta de distintas fracciones, organi­zadas por grupos de alimentos que componen la base, el tronco y la cúspide de su estructura.

La variedad y la flexibilidad son las bases de funcionamiento de la pirámide alimenticia, ya que permite una amplia selección de alimentos, dentro de cada grupo, sin establecer una línea estricta.

Dieta equilibrada y mediterránea

La dieta mediterránea es una de las más recomendadas por los expertos, debido a su carácter completo para llevas una vida  saludable.

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Y es que sus características han sido la base fundamen­tal de su éxito:

  • Consumo de vegetales: frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pan y otros cereales.
  • Aceite de oliva como grasa principal.
  • Mayor consumo de aves y pescado que de carnes rojas.
  • Vino en cantidades moderadas.

Pero la dieta mediterránea no solo se limita al uso de determinados alimentos, sino que, además, recomienda otro tipo de actividades que com­pletan la alimentación.

  • Ejercicio físico: aumenta el gasto energéti­co y resulta muy beneficioso la salud.
  • Controlar las carencias de vitaminas, mi­nerales y proteínas.
  • Controlar el estado emocional causa­do por la dieta.
  • No sólo es importante lo que se come, sino cuándo se come.
  • Considerar, además de los kilos, la composi­ción y el aspecto corporal general.

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La dieta equilibrada se basa, como su nombre indica, en el equilibrio de alimentos, basados en la pirá­mide alimenticia.

Para llevar una dieta equilibrada se deben tener en cuenta varias recomendaciones.

  • Ajustar la cantidad de alimentos y el gasto energético que se hace de ellos.
  • Organizar la dieta en función de los nu­trientes que contienen los alimentos.
  • Incluir aceite de oliva en las comidas.
  • Favorecer aquellos alimentos ricos en hidra­tos de carbono complejos.
  • Reducir el consumo diario de alimentos azu­carados, limitando la cantidad a un máximo de 4 al día.
  • Consumir de forma diaria verduras y hortali­zas en forma de ensalada o guarnición, llegan­do a los 250 gramos diarios.
  • Introducir el consumo dia­rio de frutas, en una cantidad igual o superior a los 400 gramos.

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  • Moderar el consumo de bebidas alcohólicas y permitiendo solo el consumo recomendado en la dieta mediterránea del vino, como acom­pañamiento en pequeñas cantidades para las comidas.
  • Incorporar el ejercicio como un hábito diario, con un tiempo estimado de 30 minutos como mínimo.

En base a estas indicaciones, y partiendo de la base que instaura la dieta mediterránea, junto con la pirámide alimenticia, se puede elaborar una dieta equilibrada que permita al organismo alcanzar un estado óptimo que mejore y man­tenga una buena salud y forma física.

Ahora ya conoces algunos conceptos sobre la alimentación, uno de los requisitos indispensables para mantener una vida saludable.

¡Ponte manos a la obra!